Estoy cansado,
decía un viejo roble
desde el silencio.
¿Cómo es posible,
que escuche sus palabras
y hasta me lleguen?
¡Qué gran misterio,
dejaba con sus ramas
el roble anciano!
Él me contaba,
de tiempos y de edades,
muchas historias.
Algunas tardes
de otoño y primavera
con los amantes.
Algunos días
de invierno y de verano
en soledad.
Y bajo el sol,
el viento y el granizo,
y con la nieve.
Días y meses,
con años y personas
inolvidables.
Y este cansancio
es fruto del silencio
y ancianidad.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/08/20
El viejo roble resiste, por cansado que esté, porque renacerá con la primavera, y los recuerdos de otros ayeres.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
El viejo árbol tiene su corteza llena de cicatrices, pero siempre reverdece al llegar la primavera y saca su hermoso manto verde.
ResponderEliminarEs como todo ser humano cada estación nos va marcando.
Un cálido y fuerte abrazo Rafael
Gracias Sneyder.
EliminarUn abrazo.
Esos robles del bosque son duros y nos sobreviven a todas las historias que ellos en silencio viven en el bosque. Cuántos amores de alegría y tristeza sus cortezas han sido la piel de sus corazones. Un abrazo Rafael.
ResponderEliminarlos robles nos hablan de fortaleza..
ResponderEliminarEsa que necesitamos para vivir el dia a dia con dignidad.. un poema PRECIOSO Rafael!!! Besos y bonito viernes!
Gracias por tus palabras, Eli Méndez.
EliminarUn abrazo y feliz viernes también para ti.
La vida entera pasó por el viejo roble. Lo vio todo... fue testigo de tantas realidades y de tantos sueños...
ResponderEliminarPrecioso, Rafael!
Cierto Galilea.
EliminarUn abrazo.