Aquella tarde
perdí una mariposa
por impaciente.
Ella volaba
ajena a mi presencia
entre las rosas.
Yo la seguía,
primero con la vista,
en sus cabriolas.
Luego, mis pasos,
corrieron detrás de ella
y se asustó.
Alzó su vuelo
cruzando la laguna
sin detenerse.
Atrás quedé,
culpable y asustado,
entre las rosas.
¿Por qué corrí,
detrás de tu figura,
para asustarte?
Solo quería
tenerte entre mis dedos
y acariciarte.
Y te perdí,
mi linda mariposa
y lo sentí.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/04/22
Perdemos las cosas que más queremos sin darnos cuenta.
ResponderEliminarBellos versos Rafael.
Un abrazo
Así es, Carmen.
EliminarUn abrazo y gracias.
Puede ser tu poema una metàfora del amor, a veces la impaciencia nos gana de mano y el amor se va, un poema para meditarlo. saludos.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias por tus palabras, María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Esa mariposa voló, por impaciencia, pero sigue revoloteando ahí, en la orillita de los sueños.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso seguro, Maripau.
EliminarUn abrazo.
La libertad de las mariposas es su gran belleza, al igual que las letras que en este poema le dedicas.
ResponderEliminarUn abrazo felices sueños.
Gracias por tus palabras Campirela.
EliminarUn abrazo y feliz viernes.
Aunque alzara su vuelo ñe doiste la oportuniad de ello al no retenerla, eso es amp y respeto,
ResponderEliminarUnos delicados versos Tafael que sirven para reflexionar tambien
Um abrazo
Gracias por tus palabras Carmen.
EliminarUn abrazo.
Las mariposas vuelan entre tus poemas y qué bonitas se ven.
ResponderEliminarGracias por verlas Galilea.
EliminarUn abrazo.