El marinero
apura su remada
ante la barra.
Es algo lógico,
el puerto está a su alcance,
ya falta poco.
En él esperan
la casa, su familia
y los amigos.
La poca pesca,
que a pulso ha conseguido,
está en su cesta.
Cestas de mimbre,
con piezas de madera
para llevarlas.
¡Cuántos recuerdos
dejaron esas cestas
desde mi infancia!
...Ya llega al puerto,
sus últimas remadas
son más tranquilas.
Atrás quedaron
un día de faena
y horas de pesca.
Ahora le resta
el cambio, en la taberna,
por vino y perras.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/22
Una historia que nos recuerda a ese marinero que sale a la mar en busca del sustento de la familia, hoy ya retirado jugando al domino y con un vaso de vino en las manos cortadas por el viento y al agua salada. Precioso . Un abrazo Rafael.
ResponderEliminarEso es lo que he tratado de reflejar, con mejor o peor suerte, Campirela.
EliminarUn abrazo y gracias.
Duro trabajo, muchas remadas las que ha de dar el pescador, los días de buena pesca serán maravillosos y de desesperanza cuando la pesca no ha sido suficiente, en cambio sus recuerdos están vivos y los rememora ante un vaso de vino quizás con añoranzas
ResponderEliminarUn abrazo y buen fin de semana
Así es, Carmen, esa es o era la vida del marinero que yo conocí-
EliminarUn abrazo y gracias, feliz finde.