Suenan campanas
y vienen de la iglesia
que está en la aldea.
Llaman a misa,
quizás porque es domingo
y son las doce.
Viejas costumbres,
con ritos ancestrales
que aún perduran.
¡Cuánta nostalgia,
renuevan los sonidos
en los recuerdos!
Aquella infancia
de luz y colorido,
ya tan lejana.
Viejos otoños
corriendo por los bosques
parando el tiempo.
Robles y hayedos
rompiendo su silencio
que compartía.
Y aquella saga
formada en la familia
que ya no están.
Todos marcharon
se fueron a otras tierras
donde se ríe.
Suenan campanas
y dejan la nostalgia
que tanto añoro.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/09/23
Nostalgia para unos costumbre y amparo para otros. Abrazo
ResponderEliminarGracias Ester.
EliminarAbrazos.
Un buen poema para esas campanas que cumplen a la perfección su tarea. Ellas todavía siguen siendo un estandarte en muchos pueblos de España.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto Campirela, es como dices.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Para los que se quedan, v para los que se van, la nostalgia ataca por igual. Se quiere lo que ya no es.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias Sara.
EliminarUn abrazo.
En este caso es el sonido quien abre la brecha del tiempo para el viaje.
ResponderEliminarY cuando ocurre todo se para. Nos trasladamos a un momento y lo revivimos.
La nostalgia es inevitable.
Abrazo, Rafael.