La botella vacía,
el vaso medio lleno,
la mirada lejana
entre niebla y recuerdos.
Y tu allí te encontrabas
meditando en silencio,
el cigarro en tus manos
y de un vaso bebiendo.
A tu lado volaban
los gorriones inquietos,
los amigos del alma
de poetas y versos.
Pero no los veías
pues estabas muy lejos,
con tu mente vagando
por oscuros océanos.
Una brisa, de pronto,
removió tus cabellos,
fue un susurro que vino
del pasado y el tiempo.
Tú volviste los ojos
y miraste el espejo,
de aquel tiempo lejano
con olor de cerezos.
Recordabas la tierra
y también aquel pueblo,
recordabas la lluvia
que mojaba los suelos.
Era un duro verano
y aún soñabas despierto,
pues buscabas la nube
que llevara a los cielos.
Y encontraste una mano
en tu mano y tus dedos,
y encontraste un suspiro
de otro labio sincero.
Con pasión le besaste
y rozaste sus senos,
un latir alocado
vino pronto a tu pecho.
Y supiste que amabas
con amor verdadero,
y cerraste los ojos
y sentiste sus besos.
...Ahora todo es pasado
y tú estás ya despierto,
ya no sueñas con nubes
ni con viajes etéreos.
La botella vacía
te contempla y no miento,
ella está como tú,
suspirando en silencio.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/04/11
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