No debo rebuscar en los recuerdos
cenizas que me lleven al pasado,
dejemos a ese tiempo detenido
oculto tras la niebla de los años.
Es fácil retornar en la distancia
buscando el beso tierno y el abrazo,
la dulce sinfonía de las nubes
marchando por los cielos a los astros.
Más todo son recuerdos, simplemente,
retales de momentos caducados,
el eco que devuelve las pisadas
y llega con un nombre a nuestros labios.
Yo creo que mi meta es el presente,
viviendo los segundos paso a paso,
sintiendo la caricia de unos ojos
que siguen mi camino y lo que hago.
No importa la resaca de otros tiempos,
tampoco las mareas y los barcos,
es fácil confundir las emociones,
las risas contenidas y los llantos.
Yo debo caminar en esta hora
llevando entre mis manos a tu mano,
dejando en las espaldas la nostalgia
sintiendo tu latido en mi costado.
Yo debo conseguir que tu mirada
refleje las palabras de mis labios,
y lleve hasta tu alma lo que siento
y diga en tus oídos que te amo.
Yo debo transitar por esta senda,
buscando los suspiros del ocaso,
bebiendo los placeres de la vida,
y el néctar de tu pecho tan ansiado.
Y un día, cuando menos me lo espere,
vendrás con tu figura y con tu encanto,
vendrás hasta mi lado para siempre,
a darme y a fundirte en un abrazo.
Por eso ya no quiero los recuerdos,
ni quiero las cenizas del pasado,
dejemos a ese tiempo en el olvido
dormido y enterrado con un lazo.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/04/11
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