III
Volvamos la mirada a nuestra tierra,
cambiemos las ortigas por las rosas,
luchemos por cosechas ambiciosas
que alcancen a lo alto de la sierra.
Hagamos que se olvide ya la guerra,
que surjan las jornadas amorosas,
que vengan las muchachas tan curiosas
con nota juvenil y tan gamberra.
Dejemos la derrota en el vacío
fundida con el plomo y el acero.
Busquemos la belleza del estío
sudando con el trigo y el apero.
Sintamos ese eterno escalofrío
del joven que es poeta y buhonero.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/04/11
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