Te busco soledad y hasta te añoro,
y busco ese silencio que tú llevas,
la dulce oscuridad de los amantes
mirando por la noche a las estrellas.
La bruma se ha crecido, está presente,
y llega con sus gasas en la niebla,
parece ese transfondo de los cuentos
con bosques con sus hadas y princesas.
Pero es la cantinela del otoño
surgiendo de la pluma del poeta,
la letra irreverente con su tinta
con signos y con letras de epopeya.
Se pasan los minutos lentamente
y pasan por el cielo los cometas,
nos dejan esa estela luminosa
anuncio de suspiros y promesas.
Te busco soledad en este otoño
y quiero ese silencio que me alegra,
la eterna sinfonía de las olas
que dejan la resaca y las mareas.
Quizás esté prohibido que te busque
y más en esta hermosa primavera,
surgida de un invierno ya pasado
con bellas margaritas que despiertan.
Más quiero con locura tu silencio,
exijo que me abraces y defiendas,
reclamo los suspiros solitarios,
los besos y susurros de la tierra.
Reclamo soledad tu compañía
el tiempo singular tras de tus huellas,
buscando las migajas de tu tiempo
y el lazo indivisible de paciencia.
Te busco soledad y vengo solo,
yo quiero ese silencio que me dejas,
locura indescriptible de las almas
que viven y desean que las quieran.
Es fácil confundirse entre las charcas,
pisar falsos caminos y veredas,
sentir la soledad sin estar solo,
y el roce del silencio en las iglesias.
Más hablo del silencio de los hombres,
aquel que en las miradas se conserva,
la nota inseparable de los labios
buscando en soledad la luz eterna.
La eterna soledad de los ausentes,
eternos soñadores de poemas,
sacando del silencio tantos versos
que gritan a la vida su presencia.
"...Te busco soledad con mi silencio,
y quiero ese cariño que conservas,
el mismo que aquel día me enseñaste
hablándome del cielo y las estrellas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
08/04/11
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