Cumbres nevadas
se ofrecen, a lo lejos,
con su belleza.
Yo sé su nombre,
recuerdo los senderos
y hasta sus cimas.
Se encoge el alma
y añora otros momentos
que ya han pasado.
Días de invierno,
luchando con la nieve
tras otros pasos.
Sufriendo fríos,
lloviznas y chubascos
con ventoladas.
Temblaba el cuerpo,
el alma se ensanchaba.
yo era feliz.
Éramos jóvenes,
amábamos la vida
y la montaña.
¡Cuántos momentos
conservo en la retina.
inolvidables!
A veces vuelven,
despiertan sensaciones
que me estremecen.
Quiero volver,
ansío tus caricias,
blanca montaña.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/23
Hay momento de nuestra vida que se quedan retenidos en la mente , como puede ser esa montaña nevada , que un dia fue la alegría de nuestro espíritu. Ella sigue ahí quien sabe si se volverá a subir . Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEs como dices, Campirela.
EliminarUn abrazo.
Bellas imágenes de un tiempo vivido y disfrutado. La poesía te remonta a aquella felicidad.
ResponderEliminarAbrazo.
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
evocador poema...el tiempo termina desfigurando las realidades
ResponderEliminarbuena jornada
Cierto Elisa.
EliminarQue tengas un buen martes.
Recordar los maravillosos momentos vividos Rafael, es darles vida nuevamente, los sentimientos siempre están y afloran en ellos
ResponderEliminarUn abrazo
Por eso se guardan los recuerdos tan celosamente, Carmen.
EliminarUn abrazo.
La juventud en las cimas nevadas, cómo no recordar la libertad y fuerza que se sentía.
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto, Maripau, es algo que no tenía precio.
EliminarUn abrazo.
Ay, amigo, que cuando la montaña se te mete y llama...
ResponderEliminarMe pasa como a la voz del poema. Que me llama y me llama, con su manto blanco y su promesa de felicidad.
Abrazo.
Así es Verónica.
EliminarAbrazo.