Cantaban los ruiseñores
a la nueva primavera,
con sus trinos renovados
al compás de la marea.
Era un coro de sonidos,
de jolgorios y de fiesta,
y era un baile de las flores
con la brisa que les llega.
Un nordeste está soplando,
ya se agitan las banderas,
y las lanchas amarradas
saltan, brincan, como nuevas.
Las gaviotas van pasando
a la costa que es su tierra,
allí tienen a sus nidos,
a sus crías y pequeñas.
Hay oscuros cormoranes
en la playa, que se secan,
con sus alas tan mojadas
que las tienen muy abiertas.
Hay repique de campanas
por la hora que ahora suena,
son las cinco simplemente
y la tarde ya se acerca.
Pero aquellos ruiseñores,
cantan, cantan y no cejan,
ellos siguen con sus trinos
alegrándonos la siesta.
Observándolos sonrío,
mientras pienso en las piruetas,
y en los dulces cascabeles
del caballo de la feria.
Es abril, no me confundo,
hay un halo de leyenda,
una nube de nostalgia
con su poso de tristeza.
Pero entonces, en la tarde,
oigo ruidos de carretas,
oigo cascos, al galope,
de pegasos que regresan.
Reposando en las monturas
hay dos lindas azucenas,
hay dos lirios y dos rosas
con un beso que me dejan.
Me sonrojo levemente
por las flores tan sinceras,
con los besos añadidos
que a mis labios ya los besan.
"...Cantaban los ruiseñores
en medio de la floresta
cantaban a las personas
y a la nueva primavera..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/05/10
a la nueva primavera,
con sus trinos renovados
al compás de la marea.
Era un coro de sonidos,
de jolgorios y de fiesta,
y era un baile de las flores
con la brisa que les llega.
Un nordeste está soplando,
ya se agitan las banderas,
y las lanchas amarradas
saltan, brincan, como nuevas.
Las gaviotas van pasando
a la costa que es su tierra,
allí tienen a sus nidos,
a sus crías y pequeñas.
Hay oscuros cormoranes
en la playa, que se secan,
con sus alas tan mojadas
que las tienen muy abiertas.
Hay repique de campanas
por la hora que ahora suena,
son las cinco simplemente
y la tarde ya se acerca.
Pero aquellos ruiseñores,
cantan, cantan y no cejan,
ellos siguen con sus trinos
alegrándonos la siesta.
Observándolos sonrío,
mientras pienso en las piruetas,
y en los dulces cascabeles
del caballo de la feria.
Es abril, no me confundo,
hay un halo de leyenda,
una nube de nostalgia
con su poso de tristeza.
Pero entonces, en la tarde,
oigo ruidos de carretas,
oigo cascos, al galope,
de pegasos que regresan.
Reposando en las monturas
hay dos lindas azucenas,
hay dos lirios y dos rosas
con un beso que me dejan.
Me sonrojo levemente
por las flores tan sinceras,
con los besos añadidos
que a mis labios ya los besan.
"...Cantaban los ruiseñores
en medio de la floresta
cantaban a las personas
y a la nueva primavera..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/05/10
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