Cuando lo absurdo viene y te arrebata
la respuesta tan clara de la vida,
es entonces que surgen las preguntas,
con palabras y voces encendidas.
Todo pasa, te dices, todo pasa,
brotarán en el campo margaritas,
volarán las coquetas mariposas,
y también las alegres golondrinas.
Pero tú, espectador enamorado,
el autor de poemas y de rimas,
el que afila los versos con su pluma
dejarás tu tristeza en la cuartilla.
Dejarás tantas cosas simplemente
que saldrás con el alma muy vacía,
pues habrás suspirado con tus letras
y curado con ellas tus heridas.
Puede ser que te juzguen por tus actos
y también que te llamen egoísta,
más no temas las voces que murmuran
ni tampoco las otras que te gritan.
Por supuesto no atiendas a razones,
son palabras cubiertas con envidia,
es igual que aquel simple caramelo
que te dieron un día en una rifa.
Te pedían con él que te callaras,
que calmaras tu lloros y tus prisas,
sin embargo tu ahora ya no lloras,
solo pides un poco de alegría.
Y que marche muy lejos ese absurdo,
que se funda y se vaya con la brisa,
para al fin encontrar tanta respuesta,
y las dudas se queden mas tranquilas.
Al final, entre el tiempo y el pasado,
robarán una perla a tus pupilas,
y quizás una lágrima traidora
regará con su agua tus mejillas.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/05/10
la respuesta tan clara de la vida,
es entonces que surgen las preguntas,
con palabras y voces encendidas.
Todo pasa, te dices, todo pasa,
brotarán en el campo margaritas,
volarán las coquetas mariposas,
y también las alegres golondrinas.
Pero tú, espectador enamorado,
el autor de poemas y de rimas,
el que afila los versos con su pluma
dejarás tu tristeza en la cuartilla.
Dejarás tantas cosas simplemente
que saldrás con el alma muy vacía,
pues habrás suspirado con tus letras
y curado con ellas tus heridas.
Puede ser que te juzguen por tus actos
y también que te llamen egoísta,
más no temas las voces que murmuran
ni tampoco las otras que te gritan.
Por supuesto no atiendas a razones,
son palabras cubiertas con envidia,
es igual que aquel simple caramelo
que te dieron un día en una rifa.
Te pedían con él que te callaras,
que calmaras tu lloros y tus prisas,
sin embargo tu ahora ya no lloras,
solo pides un poco de alegría.
Y que marche muy lejos ese absurdo,
que se funda y se vaya con la brisa,
para al fin encontrar tanta respuesta,
y las dudas se queden mas tranquilas.
Al final, entre el tiempo y el pasado,
robarán una perla a tus pupilas,
y quizás una lágrima traidora
regará con su agua tus mejillas.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/05/10
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