Sellan sus ojos la infantil ventana
de luces, de color y fantasía,
aquella recogida en los cuadernos,
origen y la esencia de la vida.
La misma que dejaron muchas manos,
manchadas de carbón y tinta,
curtidas por el frío del invierno
llenando presurosas las cuartillas.
Sus ojos se quedaron en silencio,
buscando entre la niebla, mas bien fija,
palabras y palabras de tus labios
y el eco de la dulce melodía.
Sonaron las campanas de la iglesia
llamando a los vecinos a la misa,
más lejos, en el bosque de los robles,
un niño, ya mayor, solo dormía.
Dormía el corazón, soñaba el alma,
bajaba aquel chiquillo hasta la mina,
sacaba los tesoros de la tierra,
en forma de carbón y de cuarcita.
No sé por qué, le embargan los recuerdos,
la noche ya pasó y ahora es de día,
el tiempo se ha quedado en el pasado,
y aquel viejo reloj ya no palpita.
Quedaron, tras sus pasos, muchas cosas,
algunas son caricias recibidas,
más otras son las rosas regaladas,
en medio de promesas y de espinas.
Recuerda tanta sangre derramada,
y siente, como ayer, aquella herida,
no sabe que el pasado está pasado,
oculto en la ventana con mil cintas.
La vida se compone de fragmentos,
de versos y de letras reunidas,
con lindas mariposas en el aire
buscando las alegres margaritas.
Dejemos que se ahoguen los recuerdos,
que mueran las pasiones ya vencidas,
que duerman esos niños y esos hombres
velados por la brisa y sus caricias.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/05/10
de luces, de color y fantasía,
aquella recogida en los cuadernos,
origen y la esencia de la vida.
La misma que dejaron muchas manos,
manchadas de carbón y tinta,
curtidas por el frío del invierno
llenando presurosas las cuartillas.
Sus ojos se quedaron en silencio,
buscando entre la niebla, mas bien fija,
palabras y palabras de tus labios
y el eco de la dulce melodía.
Sonaron las campanas de la iglesia
llamando a los vecinos a la misa,
más lejos, en el bosque de los robles,
un niño, ya mayor, solo dormía.
Dormía el corazón, soñaba el alma,
bajaba aquel chiquillo hasta la mina,
sacaba los tesoros de la tierra,
en forma de carbón y de cuarcita.
No sé por qué, le embargan los recuerdos,
la noche ya pasó y ahora es de día,
el tiempo se ha quedado en el pasado,
y aquel viejo reloj ya no palpita.
Quedaron, tras sus pasos, muchas cosas,
algunas son caricias recibidas,
más otras son las rosas regaladas,
en medio de promesas y de espinas.
Recuerda tanta sangre derramada,
y siente, como ayer, aquella herida,
no sabe que el pasado está pasado,
oculto en la ventana con mil cintas.
La vida se compone de fragmentos,
de versos y de letras reunidas,
con lindas mariposas en el aire
buscando las alegres margaritas.
Dejemos que se ahoguen los recuerdos,
que mueran las pasiones ya vencidas,
que duerman esos niños y esos hombres
velados por la brisa y sus caricias.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/05/10
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