miércoles, 5 de mayo de 2010

ERA UN BESO FELIZ, DE CARAMELO

Era un beso feliz, de caramelo
y unos labios que dulces lo esperaban,
al llegar aquel beso hasta los labios
las estrellas brillaron con más gracia.

Un temblor, de la luna a los luceros,
se extendió más allá de las galaxias,
y la noche fue noche más serena
con su embrujo de azahares y de magia.

Se pararon de pronto los relojes
y también se durmieron las campanas,
y hasta el viento cesó por un momento
al candor de ese beso en la distancia.

¡Cuánta nota vivía en ese beso!,
¡Cuánta paz enviada hasta ese alma!,
porque al fin, ese labio que suspira
es el labio ardoroso del que ama.

Se podrán describir estos momentos
a través de unas letras hoy trazadas,
sin embargo la esencia de ese beso
no podrán transmitirla las palabras.

Era un beso feliz de caramelo
a unos labios que ardientes lo buscaban,
y al sentir aquel beso entre sus labios
se encontró con el reino de las hadas.

Y allí estaba, feliz aquella noche,
sin pensar, tan siquiera en el mañana,
transportada por olas y sirenas,
a dormir en la arena de la playa.

¡Cuánta paz desprendía esa presencia,
en su faz y pureza inmaculada!,
y los ojos preciosos, y castaños,
una nota dejaban con su calma.

Es difícil decir lo que se siente,
y es difícil hablar cuando se ama,
simplemente se besa en el silencio
a los labios que esperan tu llamada.

Y al final, todo ocurre en un susurro,
como nota arrancada de aquel arpa,
como suave caricia seductora,
que a tus labios sedientos los atrapa.

"...Era un beso feliz de caramelo
y unos labios de niña que rezaban,
al llegar aquel beso hasta sus labios
comprendió que otros labios ya la amaban..."

Rafael Sánchez Ortega ©
05/05/10

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