Contemplaba desde el puente
cómo sube la marea,
cómo llega con sus olas
tan rizadas y coquetas.
Y soñé con ese viaje
allá lejos, donde sea,
a las playas escondidas
donde viven las sirenas.
Entendía que la vida
es un tiempo que se aleja,
que se marcha con las olas
en resacas a otras tierras.
A otros puertos y lugares,
a buscar otras tabernas,
otras casas y familias
que la vivan y la sientan.
Contemplaba todo esto
desde el puente con gran pena,
sin saber que ya lloraban
en el cielo las estrellas.
Y lloraban por nosotros,
soñadores y poetas,
por los versos que se ahogan,
y la mano no refleja.
Por los dedos ateridos
de las almas que están muertas,
por los niños revoltosos
que están vivos y que juegan.
Y esas lágrimas traidoras,
que en el cielo se reflejan,
van saliendo cada noche
y dejándonos su estela.
Contemplaba desde el puente
el paseo y la ribera,
con las barcas atracadas
que ahora duermen muy serenas.
Ellas guardan mil historias
que conocen sus cubiertas,
y los mástiles altivos
que colgaron tantas velas.
Hay suspiros en los mares,
hay salitre y agua muera,
hay colillas de cigarros
entre escamas que se secan.
Más los barcos descansaban,
ahora ajenos a leyendas,
descansaban de los hombres
de los mares y la pesca.
"...Contemplaba desde el puente,
a mi Villa Barquereña,
al cantar de mis cantares,
por quien nace este poema..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/05/10
cómo sube la marea,
cómo llega con sus olas
tan rizadas y coquetas.
Y soñé con ese viaje
allá lejos, donde sea,
a las playas escondidas
donde viven las sirenas.
Entendía que la vida
es un tiempo que se aleja,
que se marcha con las olas
en resacas a otras tierras.
A otros puertos y lugares,
a buscar otras tabernas,
otras casas y familias
que la vivan y la sientan.
Contemplaba todo esto
desde el puente con gran pena,
sin saber que ya lloraban
en el cielo las estrellas.
Y lloraban por nosotros,
soñadores y poetas,
por los versos que se ahogan,
y la mano no refleja.
Por los dedos ateridos
de las almas que están muertas,
por los niños revoltosos
que están vivos y que juegan.
Y esas lágrimas traidoras,
que en el cielo se reflejan,
van saliendo cada noche
y dejándonos su estela.
Contemplaba desde el puente
el paseo y la ribera,
con las barcas atracadas
que ahora duermen muy serenas.
Ellas guardan mil historias
que conocen sus cubiertas,
y los mástiles altivos
que colgaron tantas velas.
Hay suspiros en los mares,
hay salitre y agua muera,
hay colillas de cigarros
entre escamas que se secan.
Más los barcos descansaban,
ahora ajenos a leyendas,
descansaban de los hombres
de los mares y la pesca.
"...Contemplaba desde el puente,
a mi Villa Barquereña,
al cantar de mis cantares,
por quien nace este poema..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/05/10
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