No quiero que me digas nunca nada
y que solo me mires en silencio,
así leeré el fondo de tu alma
para sacar de allí tantos secretos.
Tanto secreto nuevo y revelado
tomado de ese alma tan serena,
como se toma el trigo en el verano
en las secas campiñas de la vega.
Descorreré despacio las ventanas,
dejando que en las mismas entre el viento,
para que llegue pronto a tus pestañas
rozando con la brisa tus cabellos.
Despeinaré ese pelo tan amado
y besaré tu frente limpia y fresca,
para llevar mis labios a tus labios
depositanto en ellos mi promesa.
Suspiraré contigo en la distancia,
escribiré poemas con mis versos,
y sentiré el ardor de tanta lágrima
bajando de mis ojos hasta el suelo.
Devolveré esa lágrima a tu lado,
hasta el jardín que existe tras tus cejas,
dejando entre las rosas mi regalo,
con besos, con caricias y azucenas.
Así vendrán los días y semanas
y pasará volando tanto el tiempo,
que llegará la nueva madrugada,
saliendo con la misma del inverno.
Y pasará el invierno tan helado,
y llegará la nueva primavera,
con el brotar de flores en los campos
y en el jardín amado que tú llevas.
Te regaré las flores más tempranas
y cubriré sus pétalos de besos,
para saciar la sed que a ti te embarga
tomando los suspiros de tu pecho.
Esos suspiros, tiernos, delicados,
que surgen con sonrisas y cadencias,
mientras tu mano yace entre mis manos,
y acaricio tu cuerpo de gacela.
"...No quiero que me digas nunca nada,
y que beses tan sólo mi silencio,
me quedaré dormido entre la calma
con el abrazo tuyo, tan sincero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/10
y que solo me mires en silencio,
así leeré el fondo de tu alma
para sacar de allí tantos secretos.
Tanto secreto nuevo y revelado
tomado de ese alma tan serena,
como se toma el trigo en el verano
en las secas campiñas de la vega.
Descorreré despacio las ventanas,
dejando que en las mismas entre el viento,
para que llegue pronto a tus pestañas
rozando con la brisa tus cabellos.
Despeinaré ese pelo tan amado
y besaré tu frente limpia y fresca,
para llevar mis labios a tus labios
depositanto en ellos mi promesa.
Suspiraré contigo en la distancia,
escribiré poemas con mis versos,
y sentiré el ardor de tanta lágrima
bajando de mis ojos hasta el suelo.
Devolveré esa lágrima a tu lado,
hasta el jardín que existe tras tus cejas,
dejando entre las rosas mi regalo,
con besos, con caricias y azucenas.
Así vendrán los días y semanas
y pasará volando tanto el tiempo,
que llegará la nueva madrugada,
saliendo con la misma del inverno.
Y pasará el invierno tan helado,
y llegará la nueva primavera,
con el brotar de flores en los campos
y en el jardín amado que tú llevas.
Te regaré las flores más tempranas
y cubriré sus pétalos de besos,
para saciar la sed que a ti te embarga
tomando los suspiros de tu pecho.
Esos suspiros, tiernos, delicados,
que surgen con sonrisas y cadencias,
mientras tu mano yace entre mis manos,
y acaricio tu cuerpo de gacela.
"...No quiero que me digas nunca nada,
y que beses tan sólo mi silencio,
me quedaré dormido entre la calma
con el abrazo tuyo, tan sincero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/10
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