Aguanta un poco,
el puerto está muy cerca
y nos esperan.
Así decía
la voz y la conciencia
de aquel marino.
Y con paciencia,
las manos en los remos
iba bogando.
Se ven las luces
del muelle, y la nevera,
ya está a la vuelta.
Él se animaba
oyendo a la conciencia
en un susurro.
La proa firme
buscaba ese refugio
del vendaval.
Atrás quedaban
el mar con sus peligros
y la galerna.
Las cañas rotas,
palangres destrozados
y algunas lágrimas.
Ya falta poco,
decía su conciencia
¡y era verdad!
Rafael Sánchez Ortega ©
31/05/22