Viento, detente,
no fuerces a las ramas
de los castaños.
Deja que bailen
y lo hagan a su modo,
y cuando quieran.
Pasa, si acaso,
y roza, con caricias,
las viejas hojas.
Viento, cautivo,
de instantes y secretos,
sigue de largo.
No te detengas,
no quiero chismorreos
ni tus susurros.
Vete muy lejos,
allá donde los niños
nunca te alcancen.
Viento salvaje
que llegas del nordeste
a nuestras costas.
Te conocemos
por ser el compañero
en las jornadas.
Sin ti, los mares,
carecen de aliciente
para la pesca.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/05/22
Hay vientos que arrasan.
ResponderEliminarOjalá lea tu poema y sea benévolo.
Abrazo, Rafael.
El viento tiene sus inconvenientes, pero también él es necesario y si nos vamos a la mar mucho más , quien hará que las velas surquen en el mar- ..dejemos al viento obrar. Un abrazo en esta tarde de calor y aire.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo en la noche.
Parece que el viento se esta portando mal, también por aquí hay un viento tremendo.
ResponderEliminarSaludos Rafael.
mariarosa
Así es el viento, María Rosa, imprevisible.
EliminarUn abrazo.
Bueno, cuando es excesivo es dañino, pero a mí me gusta el viento, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo
Todo en su punto, Maripau, y estoy de acuerdo.
EliminarUn abrazo.
Hay vientos que lo arrasan todo.
ResponderEliminarPrecioso poema 😍
Gracias Galilea.
EliminarUn abrazo.
El viento trae rumores y presagios que nos preocupan a veces, es cierto, Rafael...Hay vientos y vientos, los mejores las brisas suaves y benignas.
ResponderEliminarMi abrazo florido y prometedor de mayo.
Cierto María Jesús.
EliminarUn abrazo de primavera.