Pedía pan
un pobre en una esquina
al que pasaba.
Nadie atendía
al hombre, mal vestido,
con suciedad.
Era la escoria,
el cardo entre las rosas
que molestaba.
Conciencia hipócrita
del hombre en un destino
sin fe y moral.
De pronto, un niño
pasó por esa esquina
y se detuvo.
Entre sus manos
llevaba un bocadillo
como merienda.
Oyó al mendigo,
pedir una limosna
para comer.
Y, sin pensarlo,
le dijo que aceptara
su bocadillo.
Dos lagrimones
brotaron de unos ojos
envejecidos.
Dos mariposas
volaron, desde el cielo,
para dos niños.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/05/22
Esa útlima escena es el resumen de la solidaridad entre niños. Que dejamso marchitar.
ResponderEliminarUn abrazo
Bello y tierno poema. En los niños siempre se encuentra la solidaridad para enseñarnos a los adultos que no todo está perdido.
ResponderEliminarmariarosa
Es cierto, María Rosa, los niños deberían ser el espejo en que nos miráramos los mayores, en algunos aspectos.
EliminarUn abrazo en la tarde.
La pureza de la infancia que se va malvando con el paso de los años... Tan bello como triste.
ResponderEliminarMil besitos en la mañan, amigo Rafael, y feliz semana.
Gracias por tus palabras Auroratris.
EliminarUn abrazo y feliz domingo.
Que bello !! entrañable y los sentimientos buenos brotan , precioso, me encantó, un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarUn abrazo.
Que cosa más bonita , eso es ternura y los niños de eso entienden mucho . Me encanto . Un besote grande.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Campirela.
EliminarUn abrazo en la noche.