En la guerra y en la paz
hacen falta soñadores,
que se esfuercen como niños
y que amen como hombres.
Hay batallas que se extienden
por la tarde y por la noche,
hay suspiros que rezuman
más allá de las pasiones.
Pero hay cuerpos que se calman
al compás de los acordes,
escuchando los latidos
de sus propios corazones.
Yo quisiera que en los días
no mandaran los relojes,
ni acortaran la distancia
con el premio de unas flores.
Hay amantes que susurran
las palabras de los dioses
y hasta dejan muy alegres
en el aire sus canciones.
Pero el odio retenido,
es la esencia de las voces,
es el grito desgarrado
que se oculta y que se esconde.
Yo quisiera que me amaran
para amar sin condiciones,
y sentir el dulce embrujo
de unos labios que me colmen.
Hay trabajos con esfuerzo
que requieren mil sudores,
y los hombres día a día
sacan fuerzas que los colmen.
Pero el tiempo y el cansancio
va marcando golpe a golpe,
a los cuerpos y a las almas
generando confusiones.
Yo quisiera la caricia
de unos dedos que me rocen,
y quisiera emborracharme
y curar viejos errores.
"...En la guerra y en la paz
los poetas van sin nombre,
van tan solo con el alma
de ese niño que se encoge..."
Rafael Sánchez Ortega ©
02/08/11
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