III
Y llega ese final tan estresante,
el día de la lucha y la batalla,
el día del dolor tan lacerante
la hora en que se acerca la metralla.
Entonces la locura es desbordante,
suspiras y te vas a la atalaya,
en ella volcarás tu sed de amante,
y lágrimas de hiel en su muralla.
Te duele tu costado, confirmando,
que sangra por herida caudalosa.
Se acaba el día gris y estás soñando,
se acaba corazón la tarde hermosa.
No importa la razón ni el saber cuando
la culpa es del amor y de una rosa.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/08/11
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