Hay una barca vieja
que descansa en el fango;
una barca sin remos
repintada de blanco.
Hoy la barca no piensa
en el duro trabajo,
ni en llevar a marinos
por los mares lejanos.
Hoy se duerme tranquila
sin los gritos de antaño,
con la suave caricia
de este sol del verano.
Sin embargo las olas
no la dejan de lado,
y una dulce resaca
llega presta a sus párpados.
Hay una barca vieja
que "achicar" del chubasco,
pues se llena de lluvia
esperando tu mano.
Y la mano de nieve
sacará sin descanso,
esas aguas que anegan
sus cuadernas y años.
Hace ya mucho tiempo
que los remos callaron,
los toletes y estrobos
se quedaron helados.
Y la barca tan blanca,
la trainera del canto,
ha colgado sus velas
y sus ojos cerrado.
Hay una barca vieja
que al mirarla me paro,
pues su estampa tan fina
deja en mi tanto encanto.
Tanto grato recuerdo,
de momentos sagrados,
de minutos vividos,
con bonanza y engaños.
Con leyendas lejanas
y con vientos cercanos,
con la brisa marina
en los rostros ajados.
Al mirar esa barca
me extremezco y extraño,
a ese tiempo querido
y a los años pasados.
"...Hay una barca vieja,
como yo, que ya marcho,
a ese mundo sin nombre
sin color, en el barro..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/08/11
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