II
Detente corazón, no tengas prisa,
espera la caricia tentadora
del alba con su luz y la sonrisa,
que llega complaciente y seductora.
Recibe el dulce beso de la brisa,
que viene que te abraza y te devora,
la tierna maravilla tan precisa
que baja de los cielos y te adora.
No temas ese miedo tan abstracto
y anima, mientras puedas, tu semblante.
La vida se compone de alegrías,
y todo está sellado en aquel pacto.
Camina con tu paso vacilante,
camina, hasta el final, todos los días.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/01/12
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