Mandé mis besos al viento
y el eco me los volvía,
solos, temblando de frío
y hasta carentes de vida.
Iban a ti aquellos besos,
para rozar tus pupilas,
pero no vieron tus ojos
lo que mis labios pedían.
Fueron a ti mendigando
una limosna y caricia,
pero volviste tu rostro
y me enviaste a la brisa.
Brisa de invierno que vienes
desde ese mar a mi villa,
deja que vayan mis besos
hasta encontrar a su cita.
Y cuando encuentren el labio
besen el mismo sin prisa,
para cerrar a los ojos
de la carita tan linda.
Mandé mis besos al viento
una mañana tranquila,
cuando soplaba el nordeste
y la marea subía.
Pero mis besos volvieron
con la resaca y restinga,
y junto a mi se quedaron
cosidos en la retina.
Sentí un dolor en el pecho
y una lágrima furtiva
bajó presta de los ojos
por la cara a mi barbilla.
Ya no tenía palabras,
solo aquel eco sin tinta,
pero quería mi beso
que el viento vuelve sin firma.
Y me quedé contemplando
a las estrellas de día,
en medio del desconcierto
y el recuerdo de tu risa.
"...Mandé mis besos al viento
y el viento no los quería,
quería solo un poema
y no un beso en la mejilla..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/12
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