Vi a la luna asomarse por los cielos
y pensé en su carita de gitana,
tenía los ojitos soñadores
y el alma, como siempre, enamorada.
Yo le hablé de paseos por los montes
y también de la nieve en la montaña,
ella solo escuchaba simplemente
y coqueta en el lago se estiraba.
Su melena, de pronto, la cubrieron
las estrellas, cual perlas descolgadas,
que llegaron allí, hasta su lado,
a gozar en la noche de la calma.
Una paz desprendía aquella escena,
un rumor de la luna que soñaba,
un suspiro salido de sus labios
como nota arrancada a la guitarra.
Yo pensé en los sueños de los niños,
y en los hombres buscando su mañana,
en el roble tan viejo de los bosques
rodeado de tejos y de hayas.
Y volví nuevamente con la luna
a sentir esa luz tan delicada,
a buscar el abrazo de la brisa
con el beso ferviente que nos manda.
El nordeste rizaba cariñoso
la carita tan bella y plateada,
que indolente estiraba su figura
por el lecho dormido de las aguas
Pude ver que temblaban las estrellas
y también las banderas desplegadas,
a la vez que una voz muy melodiosa
a los cielos mandaba su plegaria.
Y recé con la música y el viento
y pedí la caricia tan ansiada,
por aquellos amigos de mi vida,
que arrancaron la risa de mi alma.
Yo les llevo muy dentro, en el recuerdo,
y les dejo en la noche mis palabras,
esos versos que salen vacilantes
a la luna y estrellas tan lejanas.
"...Vi a la luna asomarse por los cielos
y temblé como tiemblan las cigarras,
tenía los ojitos soñadores
y soñé que sus brazos me acunaban..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/12
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