Si miras tu reloj a cada instante
es fácil que te olvides de la hora,
del tiempo ya pasado y transcurrido
y puede que del pobre y la limosna.
Los besos no se cuenta por el tiempo
y menos con los labios de la boca,
tampoco con los dedos de la mano
que torpes e indolentes se alborotan.
Entonces encomiéndate a los cielos
y busca en las estrellas las antorchas,
los faros que iluminen tu camino
y el puerto que te abrigue de las olas.
Olvida los relojes y cadenas
que muestras sus esferas luminosas,
sonríe si señalan los segundos,
la nota de tu vida es la que importa.
Si miras tu reloj a cada instante
seguro cogerás una congoja,
el tiempo que se pasa ya no vuelve
y el tiempo que te queda ya se agota.
Por eso busca arriba, en las estrellas,
el dulce balbuceo de las rosas,
el sueño de los lirios inocentes
y el vuelo singular de la gaviota.
Y busca si es preciso por la tierra
la llama que se apaga en la farola,
y sopla en sus rescoldos todavía
tratando que prolonguen su modorra.
No creas que la vida se detiene
mirando tu reloj, hora tras horas,
la vida continúa y no se para
y nada la acelera ni la borra.
"...Si miras tu reloj a cada instante
olvida tu caballo y las alforjas,
olvida tus poemas y tus versos
y busca entre las sombras la derrota..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/01/12
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