domingo, 18 de marzo de 2012

ME DESPERTÉ...


Me desperté, de pronto, en el silencio
de la noche
y comprobé el sudor que resbalaba
por mi cuerpo.
Había estado soñando en ese lugar irreal
de la infancia ya lejana,
había corrido y jugado por la playa,
había subido a las murallas
y jugado a batallas con los niños y amigos,
había peleado por la princesa de los ojos azules
de los cuentos
y al final había conseguido tomarla de la mano
y mirar sus ojos profundos y limpios.


Me desperté empapado en el silencio
y la resaca de la noche,
atrapado en el embrujo de la niebla de mi alma,
en la eterna telaraña indescifrable que me atrapa
y me subyuga tras su manto
y me obliga a ser su esclavo cada día
y entonces comprendí que necesitaba liberarme
de sus cadenas,
de esa capa ya caduca del pasado
con su carga de recuerdos y nostalgias.


Me desperté y te vi.
Dormías a mi lado y las mariposas rozaban tu cara
y tus cabellos.
Tu cuerpo desnudo formaba una figura deliciosa,
mezclado con las sábanas del lecho.
Rocé tu cuerpo con mis dedos y noté tu escalofrío,
luego besé tu espalda y suspiraste...


...Y entonces desperté y vi mi soledad.
¡Estaba solo, entre las brumas de la noche,
y un vacío profundo y frío me acompañaba en el lecho!


Rafael Sánchez Ortega ©
18/03/12

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