A veces, cuando soñaba,
era tal la fantasía,
que vagaba por los bosques,
por aldeas y campiñas.
Caminaba por senderos
en la eterna compañía,
de los ángeles custodios
con su ropa blanquecina.
Caminaba por los mares
y en sus olas se dormía,
acunado entre susurros
de sirenas muy bonitas.
Caminaba simplemente
con el alma muy tranquila,
paso a paso hacia adelante
por el mundo y por la vida.
Eran sueños, lo confieso,
de oropel y fantasía,
de ese tiempo de los niños
que no saben de las prisas.
Que no saben que ser hombre
es buscar una caricia,
una mano que te ayude
y te ofrezca una sonrisa.
Porque el niño, con sus juegos,
vive ajeno a la malicia,
vive y vive solamente
en un mundo de utopía.
Yo quisiera ser el niño
que refleja esta cuartilla,
y quisiera ser el hombre
inocente de aquel día.
Pero el hombre ya no es niño
ha perdido la cartilla,
los cuadernos de la escuela
y las velas encendidas.
Ya no espera cumpleaños
con un beso en la mejilla,
ni regalos que le vengan
con cariño y simpatía.
Ahora espera en ese parque
al gorrión y golondrina,
a que vayan a su lado
y entregarles sus miguitas.
Las miguitas con sus besos
y esa mezcla de ironía,
de ser hombre y de ser niño
en un mundo que dormita.
"...A veces, cuando soñaba,
yo no sé lo que sentía,
pues sacaba siempre el alma
con temblor, estremecida...!
Rafael Sánchez Ortega ©
23/03/12
Creo que más allá de las edades, el hombre siempre busca y buscará el amor, porque es su única razón de ser. Sin él nada somos.
ResponderEliminarEnternecedor tu poema,Rafael, de añoranzas, nostálgico.
Besos y un abrazo grande, en viernes ya...
Gracias por tu visita y comentario Maritza.
ResponderEliminarUn abrazo en este viernes primaveral para ti.
Rafael