Siento la caricia de tus largos dedos
llegando hasta mi cuerpo,
y me estremezco con su roce.
Pero me gusta este momento inmenso,
este estremecimiento que me embarga,
esta sensación de tu presencia
que me avisa en un susurro que has llegado.
Hay una ligera niebla que se escapa de tu vientre,
es como la respiración de una persona fatigada,
aunque también me recuerda al marino silencioso
y expectante
que observa en la atalaya esa entrada de la barra.
Pero tu caricia se prolonga con el tiempo
y la subida de las aguas,
es un acorde interminable en ese flujo
que nos dejan las mareas,
es una lágrima lasciva que recorre
lentamente todo el cuerpo potenciando
los sentidos y el deseo,
es el precio del pecado que se paga por tenerte
y recibirte en la mañana.
No sé bien lo que me pasa
y te recibo entre mis brazos,
me abandono a tu presencia con mis ojos soñadores,
hay suspiros que se escapan de mis labios,
hay amor y sinfonía en tus abrazos y tus besos,
hay en ti, mi viejo viento del nordeste,
ese algo inmaculado que me llama,
que me grita
y que hace que te siga con mis sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/03/12
Aquí el hablante del poema me hizo creer en un poema sensual dedicado a su amada, pero me sorprende al final!...
ResponderEliminarEs un poema apasionado, muy hermoso, Rafael, es pasión de la buena sólo que orientado al elemento VIENTO que tanto nos desordena el alma a veces. El viento que se hermana con el mar y con la arena...
Un abrazo grande y felicitaciones.
Que tengas un domingo feliz.
Así es Maritza, el viento de mi costa, el llamado "nordeste", del que tanto se ha escrito y se habla por estos lugares. El viento del mar y de la costa, el viento que abraza y besa, el viento del alma que seca nuestras lágrimas, Ese es el viento al que muchas veces he dedicado mis versos.
ResponderEliminarGracias por tus letras y tu visita.
Un abrazo y que tengtas un feliz domingo.
Rafael