Traté de buscarte por la playa
y, en los cantos rodados de los ríos,
en la produndidad de los espacios
y en aquel lugar que ambos conocimos.
Y tuve soledad en la respuesta
a ese buscar inútil que yo ansío,
nada encontré tras puertas y ventanas,
solo el viento cruel y hasta temido.
Un viento sin perdón para los pobres,
tampoco para ancianos sin asilo,
y menos para árboles rebeldes
que lloran cual cipreses fallecidos.
Es una soledad desesperante,
más bien es la garganta con un grito,
un salto en las negruras del infierno,
que puede que se pierda en el vacío.
Pero es la soledad de estar buscando,
¡buscar, buscar, buscar, lo que preciso...!
un poco de ternura solamente,
la copa del amor que tanto ansío.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/03/12
Buenísimo, me ha encantado
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario, Isabel.
EliminarUn saludo.