Cuídate mucho,
dijiste aquella tarde
y eras sincera.
Poco sabías
la suerte, y el destino,
lo que aguardaban.
Sopló el oeste
con fuerza de galerna.
Cerró la barra.
Y tú, llorando,
al cielo suplicabas
una plegaria.
"Que vuelva sano
y venga en su barquilla
sin un rasguño"
Pero temblabas,
el miedo era patente
y lo sufrías.
Dejaba el viento
sus golpes y gemidos
con fuertes rachas.
Y el mar, picado,
sus olas estrellaba
en los cantiles.
Canto del mar
y cantos de galerna
se producían.
Pero de pronto,
el cielo dio un respiro.
Se abrió la barra.
Y una barquilla
entró, con un suspiro,
por su canal.
"Cuídate mucho",
pensaba el marinero
enamorado.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/10/22
La vida de las mujeres del hombre de mar es un sin vivir, siempre con ese miedo en el cuerpo, cada ve que salgan a la mar. Un poema que refleja el miedo y el amor .
ResponderEliminarUna feliz sobremesa.
Gracias Campirela, es como dices.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Quién no podría sentir ese temor... cuando se está enamorado y se ve el alejamiento del ser querido hacia un destino donde abundan los peligros... ¡Yo lo estaría!...
ResponderEliminarHermosa y romántica poesía amigo. Un abrazo, Paty
Gracias sinceras Paty.
EliminarUn abrazo.
Dos palabras que encierran ese amor puro y la esperanza que se vuelvan su amuleto.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael
Gracias Mujer de Negro.
EliminarUn abrazo.
"Cuidate mucho..." Dos palabras que encierran el cariño de quien las pronucia...
ResponderEliminarMuy bonito poema.
mariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Cuando amamos siempre tenemos ese miedo en el cuerpo, profundos, un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarEn tierra queda la tensa espera, y el alivio cuando regresa.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.