En la corteza
del roble, centenario,
grabé tu nombre.
Él fue testigo
de encuentros, tantos días
entre tú y yo.
Bajo sus ramas
se unieron las miradas
y los latidos.
Éramos jóvenes,
dejando atrás los miedos
y tradiciones.
Y nos dejamos
llevar por los encantos
de aquel lugar.
Nos embriagamos
de amor y sentimientos
que iban naciendo.
Por eso, al roble,
tatué tu nombre, un día,
y en él quedó.
En él se unieron
la magia y la ternura
de tantos ratos.
Besos y risas,
abrazos y susurros
y algún "te quiero".
Hoy, la corteza,
del roble, envejecida,
grita mi amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/10/22
Es cierto quien en su adolescencia no grabó el nombre de un amor de juventud en ese roble fuerte, donde más de un secreto se pronunció. Precioso poma. Un abrazo Rafael, feli noche,
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo y feliz lunes y comienzo de semana.
Bonito poema Rafael, amores grabado en un árbol o pintados en una roca, nunca se olvidan.
ResponderEliminarmariarosa
Había cierta costumbre, hace años, María Rosa.
EliminarUn abrazo y gracias.
siempre tocando la tecla del romace
ResponderEliminarsaludos
Gracias Elisa.
EliminarSaludos.
Cuantos mensajes de amor eterno en cortezas que ya no sienten.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Laura.
EliminarBesos.
Cuánto saben los árboles de sentimientos y cuánto queda en el olvido, Rafael...Sin embargo el amor sigue presente en el tiempo, recordándonos que nuestra razón de vida.
ResponderEliminarMi abrazo admirado y mi cariño.
Cierto María Jesús y gracias.
EliminarUn abrazo.
Y siempre gritará cuando vea pasar a los dueños de las iniciales.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.