¡Qué miedo tengo!,
decía de pequeño
al ver el mar.
Luego los miedos
cambiaron a sonrisas
viendo las olas.
Se transformaron
con algas y resacas
en poesía.
Y fui al mar,
sin prisas, muchas veces,
a saludarle.
Hablé con él
contándole mi vida
y hasta mis sueños.
También el mar
me hablaba y contestaba
con el nordeste.
¡Bendita brisa
que embriaga los sentidos
estremeciéndolos!
Hoy, aquel miedo,
le veo tan distante
que hasta sonrío.
Miedos de niños,
siguiendo a los mayores
en sus relatos.
Y es que la infancia
nos deja estos regalos
tan agridulces.
Por eso, el miedo,
aquel que ahora evoco,
va en estos versos.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/10/22
Y es que cuando el miedo se hace poesía, es un mar de emociones como estos versos que nos dejas…
ResponderEliminarUn placer, querido amigo.
Abrazo grande, y muy feliz finde 💙
Gracias Ginebra, es cierto.
EliminarUn abrazo y feliz finde también para ti.
Así es Neuriwoman.
ResponderEliminarUn saludo.
A veces ocurre cuando no conocemos, el miedo nos lleva a no sentir su hermosura , una vez que lo tenemos delante y lo observamos en su plenitud lo amamos . Un bello poema . Un abrazo Rafael.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Otros son los miedos de los adultos, aquellos de la infancia hoy son un recuerdo que hace sonreír. feliz fin de semana.
ResponderEliminarmariarosa.
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Magnifico
ResponderEliminarGracias Erik
EliminarLa inmensidad impone... y más de niños.
ResponderEliminarPrecioso ❤
Gracias Galilea.
EliminarUy sí, la de miedos que abrazamos de los adultos...
ResponderEliminarAlgunos se quedan, pero la mayoría se van. Y tú, los has poetizado. Qué mejor manera.
Abrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.