Unos latidos
un tanto enloquecidos
te precedieron.
Te vi venir
y entonces mis sentidos
se dispararon.
Quería verte,
estar junto a tu lado,,
charlar contigo.
Y ¡cómo no!,
tenerte entre mis brazos
un largo rato.
Eran deseos
de un loco pensamiento
enamorado.
Pero llegaste
y hablamos de mil cosas
intrascendentes.
Era consciente
del tiempo, y que corría
contra nosotros.
Pero mis brazos,
nerviosos e infantiles,
no te abrazaron.
Mientras mis labios
cargados de palabras,
no te besaban.
Y allí quedé,
plantado en la alameda,
junto a mis sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/10/22
Este otoño nos trae el romanticismo a flor de piel , hermoso poema Rafael. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Cuántas veces la ansiedad nos juega en contra y nos perdemos esas ocasiones que valen oro. Pero todo se transforma en experiencia, lo triste es que a veces los aprendizajes se trasladan a otros rostros, y ese tan especial, nunca más vuelve.
ResponderEliminarPrecioso poema amigo... un fuerte abrazo. Paty
Gracias sinceras, Paty.
EliminarUn abrazo.
Lleno de nostalgia, de sentimientos encontrados, me encantó, dulcemente apasionados versos, un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarEl enamoramiento tiene estas cosas, Rafael, que nos quedamos contenidos sin dar ese primer paso. Pasa muchas veces.
ResponderEliminarBien expresado.
Abrazo.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.