Una noche de este otoño
me encontraba paseando,
iba cerca de una charca
con sus aguas en remanso.
Y de pronto una ranita,
que de azul tenía el sayo,
me miró muy divertida
con sus ojos de topacio.
Ella estaba en esa charca
con sus sueños y croando,
y sintiendo de la brisa
ese soplo tibio y largo.
Porque el aire era caricia
y un embrujo hacia sus labios,
porque el verso era silente
cual susurro muy lejano.
Era el cáliz con el vino
que se bebe muy despacio,
el que embriaga y el que excita
tantos sueños añorados.
Rana, rana, mi ranita,
rana azul que vas de largo,
con tus ojos que se quedan
en la noche suspirando.
No me niegues tu sonrisa
pues la espero sin dudarlo,
croa, croa lo que quieras
y regálame tu encanto.
Ya verás como una noche
viene un ciervo hasta tu lado,
a beber en esa charca
y a contarte mil relatos.
A llevarte con tus sueños
por el monte paso a paso,
a que cantes a las hadas,
a los elfos y venados.
Y esa noche, mi ranita,
vivirás el sueño blanco,
el que esperas y el que buscas
descalcita y sobre el charco.
"...Una noche de este otoño
una rana croó en alto
para hablarle a las estrellas
que temblaban tiritando..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/10/11
Y la rana azul espera
ResponderEliminarese ciervo esbelto y guapo,
que se preste a que lo atrape
entre juncos del remanso.
Ah, no sabes lo que me ha encantado, te lo tenías escondidito, pero como las ranas azules saben de magia, me fui derecho a ese otoño... Y te juro que sólo he pasado, si bien recuerdo, dos veces. Tú, me dirás.
Premoniciones de charca.
Besos. Es preciosa la historia de los cuartetos octosílabos.