Ya no juego con sueños y palabras
y prefiero la calma de los álamos;
junto al río de piedra, de la vida,
miro el agua y lo sigo cauce abajo.
Hubo un tiempo de sueños y promesas,
de buscar las estrellas en lo alto,
en el cielo de gasa y fantasía,
que formaban mis noches de verano.
Hubo otro de escritos y poemas,
donde letras y versos se formaron,
para dar más sentido a las palabras
y trazar ese libro con mis manos.
Pero el libro de hermosos sentimientos,
el cuaderno de páginas en blanco,
el que alienta mi alma y mis sentidos
se quedó, con el tiempo, muy callado...
...Y pararon mis sueños y palabras,
y paré, prisionero de mis pasos,
me quedé en un cruce de caminos
con el sueño y palabras en mis labios.
Se quedaron dormidas las estrellas
y también los luceros se borraron,
se durmieron también los adjetivos
en la sombra perdida de aquel acto.
Porque el viento soplaba muy deprisa
con sus rachas feroces azotando,
susurrando en mi oído que ese viento
era el tiempo y la vida en su letargo.
Hoy la vida me enseña sus puñales
con su acero tan firme y afilado
atraviesa mi pecho en un suspiro
y secciona mis venas con su tajo.
Ya no quiero más sueños y palabras
ni tampoco más juegos ni otros dardos,
hoy prefiero mirarte fijamente
mientras duermes y sueñas en mis brazos.
"...Ya no juego con sueños, ¡niña mía!,
pues los sueños al cielo se volaron,
y marcharon con ellos las palabras
mientras yo me quedé con tu retrato..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/10/11
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