domingo, 13 de noviembre de 2011

AQUEL ROBLE DEL CAMINO...


Aquel roble del camino
se veía gris y seco;
era un roble centenario
con sus legañas de viejo.

Pero el roble daba sombra,
aunque estaba ceniciento,
y la misma la buscaban,
a su paso, los viajeros.

Yo pensaba al ver el roble
en el bosque de los sueños,
con sus troncos entre brumas
elevándose hacia el cielo.

Y pensaba en las leyendas
y también en los misterios,
en el reino de las Hadas
con los Gnomos tan traviesos.

Y pensaba y repensaba
en el mundo de los cuentos,
que con arte nos narraban
los mayores de otros tiempos.

Porque el bosque contenía
muy guardados sus secretos,
con sus hayas y sus robles
y las fuentes de los ciervos.

¡Cuán hermoso era aquel cuadro!,
la del roble y sus recuerdos!,
con las ramas blanqueadas
por las nieves del invierno.

Yo volvía a ser un niño
recordando todo aquello,
descansando ante su sombra,
de mis pasos, un momento.

Sin quererlo sonreía
y sentía en el cabello,
la caricia de otros robles,
de hace años, tan sinceros.

Me sumía entre las sombras
de leyendas y de tejos
que contaban los mayores
y escuchaban los pequeños.

Nos hablaban de peleas
y también de tantos miedos,
que en el bosque pululaban
con la brisa y con el viento.

Yo temblaba recordando,
bajo el roble triste y serio,
aquel tiempo del pasado
que ha parado el segundero.

Porque el roble me contaba
y me hablaba en el silencio,
con sus ramas cenicientas,
sin palabras, todo esto.

"...Aquel roble del camino,
centenario y en sosiego,
me ofrecía su reposo
y su abrazo firme y recio..."

Rafael Sánchez Ortega ©
13/11/11

No hay comentarios:

Publicar un comentario