Hay dos fuerzas que habitan y conviven
en el fondo profundo de las almas,
y se enfrentan y luchan cada día
por ganar cada una su batalla.
En la pluma invisible del poeta
se reflejan nerviosas las palabras,
ellas sacan del pecho lo que sienten
reflejando en las mismas tantas lágrimas.
Porque el niño sensible, enamorado,
no distingue entre brumas y bonanzas,
para él todo es bello en esta vida,
y hasta escucha el sonar de las campanas.
Su inocencia sublime es manifiesta
y su pecho inocente no descansa,
sigue siendo aquel niño con mil sueños
persiguiendo ideales por las plazas.
Pero ahora se fija en las estrellas,
en las noches oscuras por la playa;
hoy no existen los globos de colores
ni cometas con cintas plateadas.
Ya no existen los árboles dorados
ni el estanque tranquilo con sus aguas,
ni tampoco la fuente cantarina
ni la hermosa ciudad tan encantada.
Sólo siente esas fuerzas allá dentro,
la pelea librada en sus entrañas,
la que surge en su alma sin sentido,
en la lucha perdida en la distancia.
Una busca la vida en el pasado,
en el mundo de nieblas y nostalgias,
aquel bello recuerdo que perdura
como hoguera y rescoldo con su brasa.
Otra fuerza le habla del futuro
y le dice que busque la esperanza,
que persiga su instinto solamente
y se olvide de sombras ya pasadas.
Más los sueños profundos de su pecho,
los guardados celosos en el arca,
permanecen prendidos en la estrella
con un lazo sensible que los ata.
"...Hay dos fuerzas terribles que conviven
y que habitan muy dentro de las almas,
y las dos no se atienen a razones
porque quieren amar y ser amadas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
17/11/11
buenos días...Y los niños, niños son y siempre lo serán ...bonitos versos.
ResponderEliminarun abrazo
Los niños son algo especial y un mundo aparte Marina y bien lo sabes.
EliminarUn abrazo y feliz día.