Por carecer de espacio en este día
me queda solo el tiempo del saludo,
la dulce bendición de la alegría
en forma de testigo tartamudo.
No quise valorar tanta cuantía
salida de mi labio concienzudo,
quizás llevaba el sello y sintonía
del bravo luchador ahora desnudo.
El tiempo me limita y me coarta
y avanza el segundero lentamente.
Ya acabo de escribir y está la carta
a punto de partir urgentemente.
No quiero repetir, suena la cuarta,
la hora de dormir tan dulcemente.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/11/11
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