viernes, 4 de noviembre de 2011

¡PERO NO TENGO TIEMPO...!

Me gustaría mirarte a los ojos
para leer en ellos ese mensaje de tu alma
y los versos ocultos que forman el poema de tu vida
y que guardas en el cuaderno de tu pupila.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría contarte mi vida paso a paso,
desde la primavera hasta el otoño
y luego vivir contigo aquellos momentos inolvidables,
de una juventud grabada a fuego en mi recuerdo.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría besarte y sentir tus labios
temblando entre los míos,
para gozar de esa comunión sin límites de tiempo,
sin cadenas ni ataduras,
sin hipocresías y sin miedos,
donde la pasión estuviera presente
y fuera nuestro centro.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría abrazarte en ese espacio de tiempo
que va desde el atardecer hasta el alba
y luego, seguir abrazándote más y más,
durante el día,
deteniendo los relojes,
retrasando los segundos,
para que esos momentos fueran interminables.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría darte la luna,
cien rosas, un castillo,
un bosque y una pradera con cervatillos,
pero también quisiera darte las olas con su diadema,
el mar verdeazulado con sus ojos,
las nubes borrascosas,
la cólera del viento y su abrazo invisible,
y también me gustaría darte todo lo que existe.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría llevarte en un viaje sin retorno
para vivir intensamente en esos sitios de ensueño,
de los que tantas veces hablamos y soñamos y allí,
hacer realidad nuestros sueños,
en los desiertos, en las ciudades,
en los teatros y en los museos.
Pero también me gustaría llevarte hasta la cima
más alta del mundo
y, al rincón más apartado del universo,
para allí dormirme entre tus brazos.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría llamarte por tu nombre, en un susurro,
en una voz que apenas la sintieras,
pero que te llegara en ese movimiento
imperceptible de mis labios
y que tú la entenderías porque allí estaba
escrito tu nombre, como un eco.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría gritarte dulcemente
y decirte que estás equivocada,
que no soy como te figuras,
ni soy aquella persona que un día conociste,
ni soy el poeta libertino que gozaba por las plazas,
en las noches, anunciando su locura.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría salvarte de tu error
y rescatarte de tus dudas y tus miedos,
pero ello equivaldría a coartar tu libertad,
a interferir en tu vida
y a que levantaras la cabeza para que me vieras
tal y como soy
y creo que debes seguir siendo tú,
a pesar de todo,
y aunque me duela.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría llorarte, y lo hago,
pero quisiera llorarte en el silencio de mis versos
y que ellos te llegaran
y llevaran esa brisa que precisas,
ese fuego que me ahoga,
ese miedo que me impide ver mis dedos
cuando tiemblan.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría sentirte así, como te siento,
y que este sentimiento no se fuera nunca,
que no se olvidara ni quedara relegado
en un rincón del alma,
como un objeto decorativo,
que volviera a mi recuerdo con la voz
de la nostalgia.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría escucharte nuevamente
y estremecerme con tu voz,
en los poemas recitados,
en ese deletrar los versos de los otros
mientras ibas rescatando los tuyos de tu pecho,
en esa bella melodía y oración que musitabas
dulcemente.


¡Pero no tengo tiempo...!


Me gustaría...


(En realidad me gustaría cerrar los ojos,
notar tu presencia,
sentir tu cariño,
susurrar un "te amo"
y escuchar tu respuesta).


¡Pero no tengo tiempo...!


Rafael Sánchez Ortega ©
04/11/11

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