Iba soñando una tarde
camino de la capilla,
en ella estaba mi Virgen,
con su talla pequeñita.
Las aguas azuleaban
y llegaban a la orilla,
para dormir dulcemente
entre algas y barquías.
Brisa que llegas del norte
y el oeste hasta la Villa,
buscando mil mariposas
tan coquetas y tan lindas...
Yo marchaba con mis sueños
y mis locas fantasías,
mirando el mar y las olas
que llegaban y se iban.
Olas que van y que vienen
en la tarde que termina,
y dejaban juguetonas
unas trenzas muy bonitas.
Y con ellas los corales,
el salitre y la sardina,
todo envuelto en mil recuerdos
de una tarde muy tranquila.
Yo seguía con mis sueños
y marchaba a la deriva,
la capilla estaba cerca
y también las margaritas.
Margaritas a la Virgen
y también una sonrisa,
margaritas en mis manos
y en mis ojos la alegría.
Más mis labios tan traviesos
se cerraban y entreabrían,
con un nombre suspirando
y plasmado en mi retina.
Y mis sueños se acabaron
con el beso de la brisa,
pues mi cuerpo estremecido
de nuevo volvió a la vida.
Entonces sentí de pronto
esa dulce maravilla,
la del amor que llegaba
y del amor que sentía.
¡Amor, amor, doblemente!,
sin palabras vespertinas,
para llegar como el mar
y resaca hasta tu orilla.
"...Iba soñando una tarde,
("una tarde parda y fría"),
con mis sueños en el alma
a buscarte en la capilla..."
Rafael Sánchez Ortega ©
05/11/11
Me gusta en esta noche en donde invade la nostalgia tus versos pintan de color mis oscuridades siguiendo tus huellas poeta mil abrazos
ResponderEliminar