A pesar del fuerte viento,
que grita y patalea,
prosigo con mi marcha.
Camino con mis años
y voy con mis recuerdos,
camino hacia ese norte
que marca mi destino,
allí donde los cielos
se juntan en un lecho.
Entonces me recuerdo
que duermes en un sueño.
Ya sé que es pronto aún,
que apenas amanece,
pero mi mano va al teclado
y te llamo nuevamente.
Así conseguiré que tu teléfono
palpite,
que suene desbocado,
que vibre y se enloquezca,
que lance mil destellos
la esfera blanquecina.
No importa si tú duermes
y el ruído te despierta.
Quizás es lo que busco.
Por eso trazo un sueño,
un tierno pensamiento.
En él veo mi mano y
tu cuerpo descansando;
mis dedos que vacilan
avanzan a tu seno,
allí trazan un círculo,
sin prisa se recrean,
escriben bien el nombre
que surge de mis labios,
comienzan con un verso
y tu nombre, nuevamente,
se queda retenido,
se queda entre los pliegues
que forman mis pestañas.
El mar siempre valiente,
el mar de mis amores,
el mar que tantos hombres
sufrieron y ganaron,
las olas cantarinas
llegando lentamente,
sus rizos amarillos
mezclados con la espuma,
mis dedos impacientes
se mojan y se mezclan,
se empañan de saliva
del labio que les besa,
se llenan de esa tinta
que dejan los salitres,
el yodo presuroso,
la brisa y el nordeste,
las algas y sirenas...
Y luego, renovados,
prosiguen su camino,
comienzan nuevamente
su escrito indefinido,
escriben en tu seno y
le arrancan un suspiro,
escriben en tu cuerpo
cien versos indelebles,
mil letras cantarinas
de forma caprichosa
que dejan en tu alma
rumor de caracolas
en medio de tu sueño...
Pero sigo pensando
que es pronto todavía
y enredo con mis dedos
que llaman nuevamente
y marcan esas teclas
de números arábigos,
de luces oscilantes,
con cuadros y celdillas,
con letras en su fondo,
con huellas en su vientre.
Más digo que no importa,
yo quiero que despiertes,
que bebas en mis labios
la luz del nuevo día,
que sientas a mis dedos,
que vibres con mis letras,
que escuches a mis versos
que dicen que te aman,
que escuches mis susurros
diciendo que te quiero,
que sientas mi cariño,
mi abrazo y mi deseo.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/02/11
que grita y patalea,
prosigo con mi marcha.
Camino con mis años
y voy con mis recuerdos,
camino hacia ese norte
que marca mi destino,
allí donde los cielos
se juntan en un lecho.
Entonces me recuerdo
que duermes en un sueño.
Ya sé que es pronto aún,
que apenas amanece,
pero mi mano va al teclado
y te llamo nuevamente.
Así conseguiré que tu teléfono
palpite,
que suene desbocado,
que vibre y se enloquezca,
que lance mil destellos
la esfera blanquecina.
No importa si tú duermes
y el ruído te despierta.
Quizás es lo que busco.
Por eso trazo un sueño,
un tierno pensamiento.
En él veo mi mano y
tu cuerpo descansando;
mis dedos que vacilan
avanzan a tu seno,
allí trazan un círculo,
sin prisa se recrean,
escriben bien el nombre
que surge de mis labios,
comienzan con un verso
y tu nombre, nuevamente,
se queda retenido,
se queda entre los pliegues
que forman mis pestañas.
El mar siempre valiente,
el mar de mis amores,
el mar que tantos hombres
sufrieron y ganaron,
las olas cantarinas
llegando lentamente,
sus rizos amarillos
mezclados con la espuma,
mis dedos impacientes
se mojan y se mezclan,
se empañan de saliva
del labio que les besa,
se llenan de esa tinta
que dejan los salitres,
el yodo presuroso,
la brisa y el nordeste,
las algas y sirenas...
Y luego, renovados,
prosiguen su camino,
comienzan nuevamente
su escrito indefinido,
escriben en tu seno y
le arrancan un suspiro,
escriben en tu cuerpo
cien versos indelebles,
mil letras cantarinas
de forma caprichosa
que dejan en tu alma
rumor de caracolas
en medio de tu sueño...
Pero sigo pensando
que es pronto todavía
y enredo con mis dedos
que llaman nuevamente
y marcan esas teclas
de números arábigos,
de luces oscilantes,
con cuadros y celdillas,
con letras en su fondo,
con huellas en su vientre.
Más digo que no importa,
yo quiero que despiertes,
que bebas en mis labios
la luz del nuevo día,
que sientas a mis dedos,
que vibres con mis letras,
que escuches a mis versos
que dicen que te aman,
que escuches mis susurros
diciendo que te quiero,
que sientas mi cariño,
mi abrazo y mi deseo.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/02/11
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