"...A veces las ausencias son sombras que se marchan..."
Cabalgan los silencios solitarios
y llegan las ausencias en la aurora,
ausencias que son sombras simplemente,
del tiempo y el pasado que se agota.
Se busca la presencia irreverente
del ser que ha señalado nuestras horas,
el mismo que se muestra en el vacío
no viendo que su sombra se prolonga.
Sentimos ese cáliz de lujuria
y tiemblan nuestros labios en la boca,
ansían ese néctar tan sagrado,
el vino de la vida y de las sombras.
Bebemos en la fuente del olvido,
saciamos esa sed tan lujuriosa
y pronto los sentidos se desatan
borrachos entre brumas y limosnas.
No saben que la fuente cristalina
alberga tanta lágrima traidora,
suspiros de la luna y las estrellas,
y el canto susurrante de las olas.
No sabe quien reclama, las ausencias,
el precio que se paga por las cosas,
algunas con un nombre definido,
y en otras con metáforas traidoras.
Se buscan esas sombras sin descanso,
se buscan en la barra y en la costa,
incluso más allá del horizonte,
allí donde los mares se prolongan.
Más puede que la ausencia vuele cerca
y sea la tranquila mariposa,
la abeja que recorre los jardines
la sombra chispeante de la alondra.
Queremos retener esos momentos,
el pétalo sagrado de la rosa,
el beso de unos labios primorosos,
la mano y la caricia que nos roza...
"...Cabalgan los silencios simplemente,
cabalgan solitarios y a deshora,
ya marchan al destierro y a la ausencia,
con sombras que nos dejan muy borrosas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/11
Cabalgan los silencios solitarios
y llegan las ausencias en la aurora,
ausencias que son sombras simplemente,
del tiempo y el pasado que se agota.
Se busca la presencia irreverente
del ser que ha señalado nuestras horas,
el mismo que se muestra en el vacío
no viendo que su sombra se prolonga.
Sentimos ese cáliz de lujuria
y tiemblan nuestros labios en la boca,
ansían ese néctar tan sagrado,
el vino de la vida y de las sombras.
Bebemos en la fuente del olvido,
saciamos esa sed tan lujuriosa
y pronto los sentidos se desatan
borrachos entre brumas y limosnas.
No saben que la fuente cristalina
alberga tanta lágrima traidora,
suspiros de la luna y las estrellas,
y el canto susurrante de las olas.
No sabe quien reclama, las ausencias,
el precio que se paga por las cosas,
algunas con un nombre definido,
y en otras con metáforas traidoras.
Se buscan esas sombras sin descanso,
se buscan en la barra y en la costa,
incluso más allá del horizonte,
allí donde los mares se prolongan.
Más puede que la ausencia vuele cerca
y sea la tranquila mariposa,
la abeja que recorre los jardines
la sombra chispeante de la alondra.
Queremos retener esos momentos,
el pétalo sagrado de la rosa,
el beso de unos labios primorosos,
la mano y la caricia que nos roza...
"...Cabalgan los silencios simplemente,
cabalgan solitarios y a deshora,
ya marchan al destierro y a la ausencia,
con sombras que nos dejan muy borrosas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/11
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