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I
La noche desgranaba sus rumores
por medio del lamento y el gemido,
la luna se quitaba su vestido
buscando entre los mares sus amores.
Fulgían en el cielo resplandores
de estrellas solitarias, con latido,
mostrando a tantos hombres el sentido,
y luz a los poetas soñadores.
La noche se ofrecía a las sirenas
dejando en las arenas recitales.
La noche, con sus sombras y melenas,
jugaba al escondite en los portales.
La noche no quería ya más penas,
quería simplemente sus corales.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/11
La noche desgranaba sus rumores
por medio del lamento y el gemido,
la luna se quitaba su vestido
buscando entre los mares sus amores.
Fulgían en el cielo resplandores
de estrellas solitarias, con latido,
mostrando a tantos hombres el sentido,
y luz a los poetas soñadores.
La noche se ofrecía a las sirenas
dejando en las arenas recitales.
La noche, con sus sombras y melenas,
jugaba al escondite en los portales.
La noche no quería ya más penas,
quería simplemente sus corales.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/11
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