I
Tenías la fragancia y el encanto
envuelta en una capa de ternura,
tu cara desprendía la hermosura
de un rostro enamorado y sacrosanto.
Atrás quedó la lluvia, con el llanto,
la niebla tan sutil de la negrura,
dejando aquel momento de locura
cubierto en el recuerdo con un manto.
Venías tan alegre y primorosa
que hiciste que olvidara mis temores.
Traías en tus manos una rosa
en busca de mis labios seductores.
Entonces te besé flor tan hermosa,
la rosa de pasión de mis amores.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/02/11
Tenías la fragancia y el encanto
envuelta en una capa de ternura,
tu cara desprendía la hermosura
de un rostro enamorado y sacrosanto.
Atrás quedó la lluvia, con el llanto,
la niebla tan sutil de la negrura,
dejando aquel momento de locura
cubierto en el recuerdo con un manto.
Venías tan alegre y primorosa
que hiciste que olvidara mis temores.
Traías en tus manos una rosa
en busca de mis labios seductores.
Entonces te besé flor tan hermosa,
la rosa de pasión de mis amores.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/02/11
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