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III
La eterna fantasía de la noche
recobra como antaño, su pasado,
la luna con su rostro enamorado
se muestra sin pudor y sin derroche.
Los astros, en lo alto, con su broche,
formaban aquel lindo decorado,
y el cielo, tan sutil y delicado,
cubría nuestro cuerpo en medianoche.
¡Ay noche tan hermosa y reluciente!,
permite que te escriba en mi cuaderno.
Ya sé que existen sombras en tu frente
y existen mil calvarios y un infierno.
Más yo te escribo a ti, mi noche ardiente,
la noche del verano y del invierno.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/11
La eterna fantasía de la noche
recobra como antaño, su pasado,
la luna con su rostro enamorado
se muestra sin pudor y sin derroche.
Los astros, en lo alto, con su broche,
formaban aquel lindo decorado,
y el cielo, tan sutil y delicado,
cubría nuestro cuerpo en medianoche.
¡Ay noche tan hermosa y reluciente!,
permite que te escriba en mi cuaderno.
Ya sé que existen sombras en tu frente
y existen mil calvarios y un infierno.
Más yo te escribo a ti, mi noche ardiente,
la noche del verano y del invierno.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/11
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