"...A veces el vacío, produce más vacío..."
Es cierto lo que dicen del vacío
de la falta de ser y la carencia,
el vacío produce desapego,
con vacío formando otra frontera.
Más vacío que surge entre las almas,
más distancia del cielo hasta la tierra,
es por eso el camino interminable
y nos cuesta mirar a las estrellas.
Yo quisiera ese manto prodigioso,
esa capa de paz que me cubriera,
y cerrara mis ojos simplemente
en un sueño profundo y sin tinieblas.
Pero sé que la vida hay que vivirla,
que no valen excusas ni monsergas,
que la suma de dos y dos son cuatro
y que el timbre ya suena por mi puerta.
Muchas veces miramos al vacío,
esperando, sin ver, lo que no llega,
y rezamos al cielo una plegaria
suplicando nos llegue su presencia.
Porque eso esperamos del vacío,
que la nada transforme su existencia,
que palpite la sangre nuevamente
y que corra la misma en nuestras venas.
...Del vacío nos llega más vacío
y unas sombras opacas con la niebla,
una bruma nos cubre y estremece
contagiando a las almas su tristeza.
Pero yo quiero huir de ese vacío,
alejarme de muros y cadenas,
escapar de prisiones angustiosas
y volar a las nubes que me esperan.
Yo no quiero el vacío con la nada
que al vacío conducen las ausencias,
ni tampoco el vacío complaciente
de sonrisas y bocas semiabiertas.
Sólo quiero el candor de una mirada,
que me mire de forma muy sincera,
y a quien yo le devuelva ese mensaje
con un beso y abrazo sin reservas.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/11
Es cierto lo que dicen del vacío
de la falta de ser y la carencia,
el vacío produce desapego,
con vacío formando otra frontera.
Más vacío que surge entre las almas,
más distancia del cielo hasta la tierra,
es por eso el camino interminable
y nos cuesta mirar a las estrellas.
Yo quisiera ese manto prodigioso,
esa capa de paz que me cubriera,
y cerrara mis ojos simplemente
en un sueño profundo y sin tinieblas.
Pero sé que la vida hay que vivirla,
que no valen excusas ni monsergas,
que la suma de dos y dos son cuatro
y que el timbre ya suena por mi puerta.
Muchas veces miramos al vacío,
esperando, sin ver, lo que no llega,
y rezamos al cielo una plegaria
suplicando nos llegue su presencia.
Porque eso esperamos del vacío,
que la nada transforme su existencia,
que palpite la sangre nuevamente
y que corra la misma en nuestras venas.
...Del vacío nos llega más vacío
y unas sombras opacas con la niebla,
una bruma nos cubre y estremece
contagiando a las almas su tristeza.
Pero yo quiero huir de ese vacío,
alejarme de muros y cadenas,
escapar de prisiones angustiosas
y volar a las nubes que me esperan.
Yo no quiero el vacío con la nada
que al vacío conducen las ausencias,
ni tampoco el vacío complaciente
de sonrisas y bocas semiabiertas.
Sólo quiero el candor de una mirada,
que me mire de forma muy sincera,
y a quien yo le devuelva ese mensaje
con un beso y abrazo sin reservas.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/11
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