Tembló tu cara
al roce de mis dedos
por tus cabellos.
Duró un segundo.
Tu boca dio un suspiro
agradecido.
Y continuamos
el largo recorrido
de nuestras vidas.
Hacía un tiempo
que había comenzado
aquel periplo.
Dos corazones
unidos, sin saberlo,
en la distancia.
Y sus latidos
ansiosos, galopaban,
con desenfreno.
Hubo un descanso.
Estábamos sedientos
y nos miramos.
Busqué tus labios.
Sentí como temblabas
y te besé.
Te estremeciste,
diciendo, sin palabras,
cuánto te amaba.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/10/21
Qué instantes, así recogidos como congelados.
ResponderEliminarPrecioso. Un abrazo
Gracias Maripau.
EliminarUn abrazo.
Oh! Qué belleza... Qué sentir tan bonito. Temblar de amor.
ResponderEliminarPrecioso!
Gracias Galilea.
EliminarUn abrazo.