Libros usados
están en un estante,
ya descansando.
Duermen sus letras
guardando los secretos
de tantos ojos.
Allí miraron
pupilas muy curiosas
y otras altivas.
Porque quisieron
llevarse el fiel mensaje
que ellas reflejan.
Pero los libros
sellaron, muy celosos,
lo que contienen.
Llantos y risas,
suspiros con abrazos
en un susurro.
Y ahora los veo,
envidio sus relatos
y los añoro.
Tardes de infancia
con nubes de algodón
que me alcanzaban.
Fueron y son
los libros encantados
de mi niñez.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/10/21
Los libros bien impactados por el uso, qué buenos recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo
Todos guardamos algún libro de esos, Maripau.
EliminarUn abrazo.
Libros usados que son joyas a las que volver y volver.
ResponderEliminarLos de la infancia están llenos de recuerdos.
Abrazo, Rafael.
Cierto Verónica, es como dices.
EliminarAbrazo