"...A veces los mayores no entienden a los niños..."
Es posible que los hombres
no entendamos a los niños,
pues los niños son sinceros
a pesar de su egoísmo.
Cuando miro en el pasado
veo brumas y suspiros,
veo lluvias y tormentas
y hasta nieve con granizo.
Pero veo los recuerdos,
los abrazos y el cariño,
las miradas a lo lejos,
más allá del infinito.
Era un niño simplemente
que buscaba con sigilo,
las estrellas y la luna
entre sueños y entre mimos.
Aún recuerdo las preguntas
a mis padres y mis tíos,
del por qué de tantas cosas
y la esencia de su sino.
Me miraban asustados
contestándome con gritos
y decían que era pronto,
que estudiara con ahinco.
No entendía todo aquello
pero estaba muy tranquilo,
en mi mundo de inocencia,
con mis juegos y mis libros.
Hoy entiendo mi conducta
y suspiro con alivio,
no quería frases vagas
ni carentes de adjetivos.
Yo quería ya la vida
con sus rosas y sus lirios,
y quería que sus versos
me indicaran el camino.
El camino de ser hombre,
más allá de mi destino,
más allá de las estrellas
y la luna con su brillo.
Porque el niño y el rebelde
no sabían de idealismos,
pero sí de ser personas
que buscaban un motivo.
Un motivo de ser hombre
y dejar de estar cautivo,
un motivo solamente
para amar y ser querido.
"...Es posible que los hombres
no entendamos a los niños,
pues los niños son los niños
y nosotros sus amigos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/01/11
Es posible que los hombres
no entendamos a los niños,
pues los niños son sinceros
a pesar de su egoísmo.
Cuando miro en el pasado
veo brumas y suspiros,
veo lluvias y tormentas
y hasta nieve con granizo.
Pero veo los recuerdos,
los abrazos y el cariño,
las miradas a lo lejos,
más allá del infinito.
Era un niño simplemente
que buscaba con sigilo,
las estrellas y la luna
entre sueños y entre mimos.
Aún recuerdo las preguntas
a mis padres y mis tíos,
del por qué de tantas cosas
y la esencia de su sino.
Me miraban asustados
contestándome con gritos
y decían que era pronto,
que estudiara con ahinco.
No entendía todo aquello
pero estaba muy tranquilo,
en mi mundo de inocencia,
con mis juegos y mis libros.
Hoy entiendo mi conducta
y suspiro con alivio,
no quería frases vagas
ni carentes de adjetivos.
Yo quería ya la vida
con sus rosas y sus lirios,
y quería que sus versos
me indicaran el camino.
El camino de ser hombre,
más allá de mi destino,
más allá de las estrellas
y la luna con su brillo.
Porque el niño y el rebelde
no sabían de idealismos,
pero sí de ser personas
que buscaban un motivo.
Un motivo de ser hombre
y dejar de estar cautivo,
un motivo solamente
para amar y ser querido.
"...Es posible que los hombres
no entendamos a los niños,
pues los niños son los niños
y nosotros sus amigos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/01/11
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