"¡No tengas miedo corazón,
no tengas miedo!",
-susurraron tus labios
al decir estas palabras...
...Y tomando mi mano con dulzura,
me miraste a los ojos tiernamente,
me abrazaron tus manos con cariño
y me diste aquel beso en tu mirada.
Se fundió todo el hielo en mi costado
al sentir tu cariño y tu ternura,
y pensé en los cantos de sirena
de los cuentos oídos de pequeño.
¡Cuánta nota salía de tu alma!,
¡cuánta paz y armonía de tu pecho!,
sólo sé que mis labios suspiraron
y dormí en tu lecho de violetas.
"¡Duerme mi cielo,
duerme mi vida!",
-me cantabas
rompiendo aquel silencio...
...Y tu canto produjo ese sedante
como el néctar divino de unos besos,
te busqué con mis mano temblorosas
y nacieron los versos en mi pluma.
Era un sueño bendito y fascinante,
un embrujo de luz y de deseos,
una mezcla de paz y algarabía
con tu pecho latiendo sin descanso.
Porque estabas allí, con tu mirada,
con mi mano en tu mano y en tu seno,
disfrutando el placer de ese regalo
y también las caricias de tus ojos.
"¡No tengas miedo corazón,
duerme mi cielo!"...
-repetían despacio
tus palabras...
...Y quedé entre tus brazos dormidito,
entre sedas y lazos de bramante,
con las Hadas y Elfos a mi lado
en un bosque de hayas y de robles.
Se cerraron mis ojos lentamente
y besaste los mismos con tus labios,
me dijiste al oído que me amabas,
y velaste mi sueño y mi reposo.
Yo sentía el susurro de tus labios,
y tu cuerpo hacia el mío se acercaba
y dormimos un sueño de inocencia
como niños ansiosos de caricias.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/01/11
no tengas miedo!",
-susurraron tus labios
al decir estas palabras...
...Y tomando mi mano con dulzura,
me miraste a los ojos tiernamente,
me abrazaron tus manos con cariño
y me diste aquel beso en tu mirada.
Se fundió todo el hielo en mi costado
al sentir tu cariño y tu ternura,
y pensé en los cantos de sirena
de los cuentos oídos de pequeño.
¡Cuánta nota salía de tu alma!,
¡cuánta paz y armonía de tu pecho!,
sólo sé que mis labios suspiraron
y dormí en tu lecho de violetas.
"¡Duerme mi cielo,
duerme mi vida!",
-me cantabas
rompiendo aquel silencio...
...Y tu canto produjo ese sedante
como el néctar divino de unos besos,
te busqué con mis mano temblorosas
y nacieron los versos en mi pluma.
Era un sueño bendito y fascinante,
un embrujo de luz y de deseos,
una mezcla de paz y algarabía
con tu pecho latiendo sin descanso.
Porque estabas allí, con tu mirada,
con mi mano en tu mano y en tu seno,
disfrutando el placer de ese regalo
y también las caricias de tus ojos.
"¡No tengas miedo corazón,
duerme mi cielo!"...
-repetían despacio
tus palabras...
...Y quedé entre tus brazos dormidito,
entre sedas y lazos de bramante,
con las Hadas y Elfos a mi lado
en un bosque de hayas y de robles.
Se cerraron mis ojos lentamente
y besaste los mismos con tus labios,
me dijiste al oído que me amabas,
y velaste mi sueño y mi reposo.
Yo sentía el susurro de tus labios,
y tu cuerpo hacia el mío se acercaba
y dormimos un sueño de inocencia
como niños ansiosos de caricias.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/01/11
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